
Por Giovanna Lanzarini
La separación de los padres, evidentemente no es una situación fácil para ninguno de los involucrados, mucho menos para los hijos. Cambiarles el escenario a estos debe ser un proceso que implique mucho respeto, compromiso, empatía y, sobre todo, amor. Es nefasto desarrollar ambientes tóxicos para la mente, el alma y el espíritu del niño como, por ejemplo: padres separados con una relación tóxica, “papitos corazón” irresponsables con la pensión de alimentos, padres que manipulen con el régimen de visitas, etc. Es trascendental despojarse de los conflictos entre la pareja, de nuestro adultocentrismo y centrarnos en nuestros niños, observarlos y escucharlos, ver cómo viven el proceso y hacer todo lo posible por su bienestar y salud emocional.
La literatura infantil ha tomado varios temas complejos que afectan la infancia. Hay autores que han desarrollado un trabajo crítico, agudo y muy inteligente para abordar ciertas temáticas, sin hacer juicios de valores, escribiendo desde y para la infancia, invitando tanto a los adultos como a los niños a reflexionar, a sentirse identificados y poder realizar sus propias lecturas y significados. Uno de los autores más relevantes es Anthony Browne, ícono de los libros álbum.
Sin embargo, hay otros autores que utilizan el formato de libro álbum para tratar temas que afectan a los niños y hacer una especie de manual de cómo se debe sentir y comportarse el niño o la niña. Uno de estos libros es “Vivo en dos casas: una con mamá y otra con papá”, de Andrée e Ivette Salom Safi. El libro, a través de la narración del texto y de las ilustraciones, busca dejar en claro que, aun cuando hay un proceso tan doloroso como una separación de los padres, el vínculo afectivo por los hijos permanece y debe ser fundamental. De manera sutil muestra las actividades que desarrollan los niños en ambas casas y como dice textualmente la contraportada del libro, “los hijos pueden nutrirse y disfrutar de los gustos y habilidades de cada uno de sus padres a pesar de una separación. Alude a la importancia de tener normas parecidas en ambas casas y al beneficio que les genera a los menores sentir el amor incondicional de mamá y papá, en ambientes saludables y respetuosos”. Así, el libro busca ser un manual para los niños sobre aceptar las normas y actividades que realizan sus padres, donde no vemos la presencia ni afectividad de ninguno de los dos adultos. Es un libro adultocéntrico, en ningún momento ilustra a los padres interesados ni compartiendo actividades propias de los niños como jugar, salir al cine, de excursión, etc. Excepto al final, donde hay una pequeña mención de la afectividad.
Finalmente, el libro termina dando consejos a los padres de cómo sienten los niños, de la misión que tienen de asegurarse que los niños no se sientan culpables ni responsables por la separación de sus padres, entre otros consejos. La sensación que me deja el libro, es que es un manual para adultos. No encontré en ninguna parte del texto la voz infantil, ni las sensaciones y sentimientos de los niños frente a la situación de vivir en dos casas. Los niños del libro son poco reales, más bien son idealizados: se ven felices girando en torno a las actividades establecidas desde el mundo de los adultos y no muestra las sensaciones y sentimientos propios de la infancia. Además, es un libro que carece de las características propias de una buena literatura infantil: no te invita a viajar a través de un mundo de fantasía donde la imaginación te lleve a nuevos parajes y aventuras, no te genera más preguntas que estimulen el desarrollo de la creatividad y el pensamiento, no es un libro transgresor e inteligente y mucho menos, subversivo. Es un libro moralizante que busca moldear al niño restándole protagonismo.
“Vivo en dos casas: en una con mamá y en otra con papá” es un libro que debe ser mediado críticamente tanto para niños como para los padres y desde la empatía, el respeto, y el amor. Los padres debemos mirar y recordar nuestra propia infancia y los niños deben ser tal como son. Deben expresar sus sentimientos e intereses, ser escuchados y ser dejados como actores secundarios de una problemática que afecta a todos de distintas maneras. Somos los adultos los que debemos generar un nuevo escenario, distinto, armónico y enfocado al amor que sentimos por nuestros hijos. Los invito a leer el libro y colocar sobre la mesa nuevas posturas. Tal vez mi lectura es distinta a la suya, tal vez la hice desde mi propia infancia de ser hija de padres separados…